miércoles, 12 de octubre de 2011

el TLC desde una perspectiva Teológica

LOS TLC, ¿GLOBALIZACIÓN DEL REINO DE DIOS, LA BUENA VIDA
O DE LA IDOLATRÍA DEL CAPITAL?

Jaime Laines Potisek 

E
l cristianismo, en tanto religión ético-profética, sostiene una serie de criterios fundamentales para hacer discernimiento, valoración y juicio sobre lo que acontece en la realidad, comprendida como la intervención humana en la historia. Y en cierto modo, tales criterios poseen una cierta universalidad, pues son de alguna forma expresiones de la llamada “regla de oro”, compartida por casi todas las tradiciones espirituales y religiosas del planeta, que manda “no hacer al otro-a lo que no quieres para ti”; o mejor, de manera positiva, “trata al otro-a como quieres que te traten a ti”.
            Así, el rostro del otro y de la otra es el criterio básico de juicio ético-teológico de cara a una realidad determinada construida históricamente. El rostro, como expresión del sujeto, significaría entonces todo su ser, su integralidad de ser viviente en su corporalidad espiritual o en su espíritu corporizado. La pregunta a hacerse siempre es: ¿cómo está el cuerpo del otro? ¿Cómo está su vida? Por encima de cualquier otra consideración, esa es la pregunta crucial. Es la pregunta de Jesús Cristo de cara a la realidad de su tiempo, expresada con el lenguaje y simbolismo de su tiempo: ¿cómo se está viviendo aquí y ahora el reinado de Dios? ¿Reina Dios en esta realidad? Es lo que preguntamos hoy con otras expresiones y lenguaje: ¿está siendo respetada y animada la dignidad de las personas, de las comunidades y los pueblos? ¿Está aportando a la vida digna, a la vida buena? O, como lo dice el concepto quechua “Sumak Kawsay”, al buen vivir, “un concepto que entiende la vida lejos de los parámetros del crecimiento económico, del individualismo, de la relación costo-beneficio, de la relación utilitarista entre los seres humanos y la naturaleza, de la mercantilización de la vida y de la violencia sin control. El “buen vivir” expresa una relación diferente entre los seres humanos. Propone la incorporación de la naturaleza al interior de la historia, no como factor productivo ni como fuerza productiva, sino como parte inherente al ser social. Los seres humanos hacen parte de la naturaleza.”[1]
            Estas son las preguntas fundamentales que hay que hacerle a la realidad del TLC, de cara a los efectos y consecuencias de su implementación en la realidad de nuestros países. Veamos.
                        “Por sus frutos los conocerán”. Algunas botones de muestra de los resultados para México del TLCAN, negociado en 1994:[2]
  • Las exportaciones no son motor del crecimiento económico y el empleo debido a que están desconectadas del resto de la economía, no la jalan en su éxito ni generan empleo. El sector exportador está excesivamente concentrado y con poca conexión con las cadenas productivas nacionales, por lo que no ha sido motor del crecimiento general de la economía. Se trata más bien de empresas exportadoras exitosas, más que de México como país exportador. Por eso, la economía cotidiana está en crisis y las grandes mayorías sumidas en la pobreza.
·         Ha llevado a la ruina la agricultura campesina. Durante el TLC el déficit de la balanza comercial agropecuaria se multiplica por cuatro. Esto quiere decir que México cada vez compra más alimentos a otros países. En el año 2006, México ya es el tercer comprador de alimentos (granos básicos, carne, frutas y conservas) de Estados Unidos. Y otros graves problemas relacionados con la agricultura son la biopiratería, la propiedad intelectual (patentes de especies, semillas, etc.), los transgénicos.
·         Respecto al trabajo, cada vez hay menos empleos y los pocos que hay son en peores condiciones; se trabaja más tiempo por menos salario y se recortan las prestaciones sociales. Hay más trabajadores a los que no se les dan las prestaciones que ordena la ley: seguro social, vacaciones, aguinaldo, vivienda… Cada vez hay mayor flexibilización, contratación temporal, etc. La prueba de todo esto: el aumento impresionante de la migración a los EEUU.
·         Ha aumentado la destrucción y degradación del medio ambiente. El TLCAN tiene 22 capítulos y cientos de artículos. Del medio ambiente solamente se habla en 7 artículos. Bajas normas y estándares, son los factores de competitividad. México es el espacio ideal para que empresas depositen los desechos tóxicos y peligrosos que no pueden dejar botados en sus propios países.
·         Otros problemas ambientales son la apertura a la propiedad Intelectual, patentes y marcas, que permite a las empresas transnacionales aprovechar una de nuestras mayores riquezas, la biodiversidad. Es decir, convierte al país en un lugar fácil de saquear, además de amenazar los territorios de pueblos originarios.

            Si el TLC, como afirman expertos analistas, críticos e independientes, ha impuesto el neoliberalismo como ley suprema de relaciones, es decir, basadas en la libre y feroz competencia, mediante la cual se han generado grandes riquezas para muy pocos (grandes empresas transnacionales), sumiendo en la pobreza a las mayorías del país, ¿qué valoración ética y teológica nos merece?
            Si hemos antes hablado del criterio del buen vivir de las personas, de la vida digna, de sus necesidades humanas integrales, asumidas desde un enfoque de derechos humanos, un tratado que pone por encima las ganancias, el lucro, la mercancía, es una forma de idolatría, que sacrifica al capital las personas y los pueblos y niega al Dios de la Vida y de la fraternidad y sororidad. Si además propone como valores la competitividad, la compulsión consumista, la satisfacción absoluta de los deseos, está generando una cultura, una ética (ethos) en la lógica de la competencia feroz, la insolidaridad y la negación de la compasión y el compartir, todo lo opuesto a la ética del evangelio y su propuesta central, el reino de Dios, por la justicia, la paz y la vida plena de los seres humanos en armonía con la integralidad de la creación.
            Por otra parte el mundo, la tierra y todos sus habitantes (oikuomene), es considerada por el cristianismo (y otras tradiciones religiosas) como oikos, morada divina de vida, y lleva a mirar toda la creación como un ‘sacramento’ de la presencia de Dios. Mediante la creación, la Energía Divina que acompaña y sostiene el proceso evolutivo planetario y de humanización, se hace presente y se manifiesta. Y por eso establece una alianza con la comunidad de seres humanos para cuidar la integridad de la creación. “Entonces desde el punto de vista teológico sacramental y de alianza de la creación, el comercio –en sus dimensiones regional, nacional e internacional- siempre debe contribuir a fortalecer y no a debilitar la alianza que tenemos entre los pueblos y con la tierra. No obstante esta visión bíblica de un orden económico justo y sustentable difiere de los objetivos de la globalización económica.”[3]
            Por lo tanto, la degradación ambiental, el descuido ecológico y la expoliación de la tierra, generados por la lógica depredadora del economicismo neoliberal y su falta de cuidado y compasión hacia todos los seres, amenazan la Vida en todas sus manifestaciones. Esta lógica perversa, que orienta y determina las dinámicas bajo las que actúan los tratados de libre comercio, está globalizando la crisis planetaria y humana.
            Los seres humanos, los pueblos, las culturas, los países estamos llamados a ser interindependientes, invitados a poner en la mesa común planetaria y civilizacional todas nuestras energías y nuestro poder creador en función del bien vivir, la vida plena, el reino de Dios. Estamos creados para la solidaridad, la comunidad, la sinergia de todos nuestros recursos, valores, bienes materiales y espirituales. Toda relación humana y de los seres humanos con todos los demás seres tiene que globalizar ese paradigma de relaciones.

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[1] Pablo Suess, El “buen vivir” como sabiduría del reino, www.diegodemedellin.cl/userfiles/file/paulo_suess_347791583.pdf
[2] Datos tomados del Cuaderno 1: El TLC de México, Estados Unidos y Canadá, de Alberto Arroyo Picard (et al), Ed. RMALC.
[3]  “Las iglesias en estados Unidos y el comercio justo: el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA)”, documento preparado por el Center of Concern and Church World Center, 2004.

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