miércoles, 27 de junio de 2012

Nuncio Apostólico en Paraguay


¿Representa al Estado Vaticano o al Papa?
Pablo Richard.




Los católicos en América Latina nos hemos sentido literalmente golpeados, con la rápida legitimación que el Nuncio Apostólico Eliseo Ariotti ha dado al "golpe de Estado" en Paraguay. Nos recordó también el rápido apoyo que el Cardenal Andrés Rodríguez Madariaga dio al
golpe de Estado en Honduras. El señor Franco que se proclama "presidente", contra toda ética y legitimidad democrática, se refirió públicamente al "apoyo unánime que ha tenido de la Iglesia Católica, como de los gremios y de los partidos políticos". 



El domingo se celebró una Misa en la Catedral, con participación destacada del golpista Franco, junto con los representantes eclesiales y militares del país. La foto salío en muchos periódicos en primera plana. Casi todos los gobiernos de América Latina han denunciado el golpe, o al
menos han retirado sus embajadores y su apoyo político y económico.
 

Los católicos nos sentimos deslegitimados y ofendidos por la actitud de los nuncios apostólicos  de la Iglesia Católica. Surge la pregunta si estos señores son representantes del Estado Vaticano o del Papa, como jefe de toda la Iglesia, representante de la tradición
apostólica, construida sobre Pedro Apóstol. No se puede engañar y jugar con la fe y la identidad católica del Pueblo de Dios, especialmente en América Latina y El Caribe. No nos sentimos representados por un diplomático de la Jerarquía y tenemos el derecho de rechazar las opciones políticas del Estado del Vaticano, e incluso de las opciones antiéticas y antidemocráticas de la jerarquía. 



Debemos hacer una profesión pública de desobediencia, por fidelidad a nuestra identidad evangélica.  Desobediencia civil al estado vaticano y denuncia profética a la jerarquía católica que engaña al pueblo de dios con sus opciones claramente políticas legitimando a todas las antiguas oligarquías que oprimen al nuestros pueblos. No somos ciudadanos del Estado Vaticano, sino miembros del Pueblo de Dios fiel al Evangelio y a la opción preferencial de los pobres. Todo esto debemos gritarlo, sacarlo a la calle y a la opinión publica en todos
los países y pueblos de Indoamérica.

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